Cookies what Cookies

Cookies what Cookies
Autor: Julio Río Julio Río Bárcena
Desde hace ya varios años todos los que participamos en y de Internet tenemos un sentimiento ambivalente hacia las cookies pues no podemos evitar amarlas y odiarlas simultáneamente.

Ante esta situación trataré de explicar que es una cookie así como la "aparente" preocupación del legislador ante ellas.

Una cookie no es más que un procedimiento que sirve para identificarnos ante un determinado servicio.

Puesto que la vida real esta llena de cookies pongamos un ejemplo:

Cuando acudimos a un restaurante y nos sentamos en una mesa, somos identificados a través del código con el que el restaurante ha designado la mesa que ocupamos. A este identificador se vincula tanto el número de personas que ocupamos la mesa, las bebidas que solicitamos, la comida que pedimos, el importe de la factura, la propina, etc.

Pues bien, esa nota en la que el camarero va registrando todos los detalles del servicio es una cookie, sólo que en esta situación denominamos comanda.

Si trasladamos nuestro restaurante a un entorno digital esta sería la situación con que te encontrarías:

A tu llegada al restaurante y previamente a sentarte en una mesa deberás aceptar que una vez sentado serás identificado a través del puesto que ocupa la mesa en el comedor del restaurante y que das tu  consentimiento expreso a que tus peticiones de comida, bebida, ubicación del restaurante, nacionalidad, etc.  sean compartidas con la cocina y resto del personal del restaurante así como sus principales proveedores.
Ante una situación de estas características seguramente lo primero que haríamos en la vida real sería buscar otro restaurante, sin embargo en Internet respondemos “Aceptándolo todo” siendo esta actuación y/o respuesta la que "preocupa" al legislador.

¿Qué sucede para que actuemos de forma antagónica en el entorno físico con respecto al entorno digital?

Se solicita el consentimiento a un usuario hambriento que aceptará cualquier cosa para saciar su hambre.

Así cuando un usuario quiere leer un artículo, ver un video o consultar su correo electrónico, le decimos:

Espera, antes de nada, lee de forma reflexiva páginas y páginas de políticas de privacidad, y una vez que lo hayas hecho decide si aceptas o no todas y cada una de sus cláusulas.

Si las aceptas, podrás leer el artículo, consultar su correo, etc…,  en caso contrario no podrás. Conclusión: lo acepto todo oiga y quite eso de la pantalla que me molesta.

Esperar otra respuesta no tiene sentido y esto es lo asombroso del legislador, pretende que el usuario haga algo que sabe de antemano que no hará jamás.

Entonces ¿qué problema hay con las cookies?

La respuesta es sencilla, Internet, en realidad, es un gran oligopolio, conjunto reducido de empresas que controla un mercado.
Volviendo a nuestro ejemplo del restaurante:

Es como si aunque nominalmente existan múltiples restaurantes tan sólo existieran unas pocas cocinas donde se preparan todas las comandas. Por tanto, nuestra comanda, nombre con el que se denomina el pedido de una mesa, siempre acabará en manos del mismo cocinero, sea cual sea el restaurante en el que decidamos comer.

Además dicho cocinero puede leer las comanda de los anteriores restaurantes en los que hemos comido y/o cenado, y por tanto ajustar la carta del restaurante actual conforme a nuestros gustos o a lo que más le interese vender ese día.

Volvamos a Internet, aparentemente el número de páginas web se cuenta por millones por lo que, a priori, es difícil pensar que una empresa en particular pueda realizar un seguimiento pormenorizado de cada uno de nosotros, sin embargo la realidad es que algunas empresas, me atrevería a decir que no más de una veintena en todo el planeta, están presentes de forma permanente cuando utilizamos Internet.

De hecho Google es prácticamente omnipresente, recibiendo constantemente datos sobre nuestra forma de comportarnos tanto dentro de la red como fuera de ella.

De hecho Google ha sabido generar una oferta de servicios que abarca todo el preces de desarrollo y uso de Internet lo que, a priori, le permitiría recoger información constantemente.

Tipos de servicios ofrecidos por Google

Los ofrecidos a los creadores de servicios y páginas web

  • Analítica del uso de páginas y servicios web.
  • Analítica de posicionamiento en el buscador de Google de páginas y servicios web.
  • Servicios para la creación y alojamiento de páginas web.

Los ofrecidos a cualquier usuario de la red

  • Un navegador para acceder a Internet
  • Un buscador organizado coherentemente para  encontrar lo que estamos buscando en la red
  • Múltiples servicios digitales, correo electrónico, mapas, almacenamiento en la nube, …

Lo mejor de todo ello es que los servicios de Google son gratuitos y eficientes, es decir, responden realmente a nuestras necesidades.

De esta forma Google es la gran cocina de la red donde llegan, de una forma u otra, todas nuestras comandas quien, como haría cualquier buen cocinero, utiliza la información recibida para hacer más eficiente y rentable el proceso de cocinado.

En menor medida sucede lo mismo con Facebook,  Amazon o Apple por lo que nuestro avezado legislador, tanto nacional como Europeo, desde hace varios años trata de acabar con dicho oligopolio lanzando mensajes e introduciendo normas para que, como usuarios de la red, seamos conscientes de que estamos siendo constantemente monitoreados y clasificados.

Sin embargo, en mi opinión, el legislador erra tanto en el enfoque como en el tiro, me explicaré.

Erra en el enfoque porque considera que todo el que presta un servicio o gestiona una página web tiene capacidad de monitorear y perfilar a sus usuarios, lo que es falso, una comanda no determina un régimen alimenticio.

Volviendo a nuestro restaurante es como dar por supuesto que el cocinero de un restaurante tiene acceso al histórico de comandas que ha solicitado su cliente en los restaurantes por los que ha pasado previamente.

Erra en el tiro, haciendo que cada editor o creador de un servicio o página web solicite, previamente al usu de su servicio, a cada usuario su consentimiento y aceptación explícita de su política de privacidad y de gestión de cookies.

Una avalancha de alertas y avisos tan sólo sirve para educar la acción del usuario hacia una respuesta automática, en este caso de aceptación.

Conclusión:

El oligopolio en internet no se ve afectado, a la vez que enseñamos al usuario a aceptar cualquier mensaje que aparezca en la pantalla sin prestar la más mínima atención a su contenido.

¿Existe alguna opción más sencilla para que el usuario realice una aceptación consciente?

En mi opinión Si, hacer que, por defecto, al cerrar el navegador web se borren automáticamente todas las cookies que se hubieran almacenado durante la navegación, permitiendo que cada usuario pueda hacer una revisión que le permita seleccionar las que quiere mantener.

De hecho no todas las cookies se utiliza para monitorear la actividad de un usario sino que su finalidad original es la identificarnos automáticamente ante un servicio de correo electrónico, página web, foro, red social, guardar nuestras preferencias, etc. y posiblemente esas queramos mantenerlas mientras que desechemos aquellas que no nos aportan valor.

Con ciertas salvedades, hacer que el modo de navegación incógnito que tienen todos los navegadores, sea el modo de navegación por defecto.

Obviamente dicho procedimiento no es la panacea pero nos permitiría avanzar a todos pues:

  • 1º No nos acostumbrariamos a aceptar cualquier mensaje que aparezca en pantalla cuando navegamos por internet.
  • 2º Es más sencillo de implantar y verificar,  el número de navegadores web es ínfimo en relación con el número de creadores de páginas y servicios web, ahorrando ingentes cantidades de recursos.
  • 3º Dificultaría la creación de perfiles, salvaguardando al privacidad del usuario, pues al eliminar el histórico de los identificadores se dificulta enormemente la creación y desarrollo de perfiles en la red.

Llegados a este punto es evidente que algo no cuadra, existe una solución sencilla y fácil de implantar y que devuelve al usuario de internet la capacidad de elegir y decidir, sin embargo dicha opción no se promueve por el legislador, dudo mucho de sea por ignorancia, por lo que realmente me asalta la duda de cuál es la finalidad real de una legislación tan poco eficiente con el objetivo que persigue.

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